THE SCRIBBLER


This is a personal collection of poems, short stories and essays that I have written. They are about life......people.....love...... I will post my poems and other short stories from day to day, whenever my muse pays me a visit. Sometimes the work will be in English, and sometimes it will be in Spanish. My muse is also bilingual.

Esta es una colección personal de poemas, cuentos cortos y ensayos que he escrito. Hablan de la vida.......la gente......el amor...... Colocaré mis cuentos y poemas de día a día, cuando mi musa decida visitarme. Agunas veces el trabajo será en inglés, y algunas veces en español. Mi musa también es bilingue.



sábado, 12 de julio de 2008

EL REGRESO A LA CASA GRANDE

Entramos por la puerta de la sala, no por el zaguán. Aquella casa siempre lució pequeña desde la calle porque tenía solo esa pequeña puerta, dos ventanas y un zaguán. Pero al pasar adentro se convertía en una enorme mansión que abarcaba casi toda la manzana. Gran parte de mi infancia se concentró en esa casa; no era nuestra, pertenecía a los Álvarez, quienes eran familiares de nosotros. Gente acomodada que tenían un puesto en el mercado, no, dos puestos en el mercado en donde vendían jarcia. Recuerdo cuando pasaba de la escuela y miraba a don Daniel y a mi tía Marta en el puesto vendiendo toda esa mercancía: atarrayas de puro nylon blanco que colgaban con sus pelotas de plomo en el ruedo, las cuales a mi siempre me gustaba agarrar y sentir cuan pesadas eran. Lazo,hamacas, utensilios de todo tipo, que hasta mi memoria me falla al tratar de recordar todas esas cosas.
Mis hermanos y yo solíamos pasar bastante tiempo en esa casa porque allí vivió nuestra abuela, Mamá Menche, en un cuarto al final de la propiedad, bien adentro. Recuerdo que cuando mi prima, quien vivía con ella, se fué a trabajar a la capital, me mandaron a dormir a la casa con ella para hacerle compañía.
Tengo bien presente en mi mente cuando una noche estaba con ella a la mesa, he de haber tenido como diez años quizás en ese entonces, ella se puso a hacer puros enrollándolos con la palma de su mano, y me dijo:
"iiipa cheepa! Llorando se van a quedar cuando yo me muera, ya vas a ver."
Y asi fué. Un año después, ella murió de cancer en la matríz.
Afuera del cuarto en donde vivía mi abuela había un gran patio que lo adornaba un inmenso árbol de tamarindo que ofrecía sombra a casi toda la parte de enfrente. Un árbol tan imponente y grueso cuyas raíces habian salido del suelo, retorcidas y secas como enormes dedos aferrándose a la tierra. Más adentro del terreno estaban los palos de mango, casi a la orilla del trascorral, palos en donde todos nosotros nos subíamos para jugar y cortar mangos. Hoy que me acuerdo eran bien altos. Pero nunca nos caímos. Al otro lado estaban los palos de almendro, super grandes, nunca nos trepamos, por altos, pero si comíamos las almendras que después machucábamos con una piedra para comernos la semilla de adentro. Siempre me pareció grande esa casa y de noche no nos gustaba ir por los palos por el miedo a los muertos.
Hablando de muertos. Pasamos adelante con mi mamá, mis hermanos, mis sobrinos y yo.
Nos recibió una muchacha a quien yo no reconocí y le preguntamos por René. Ella no fue muy atenta, seguro no nos conoció, pero mientras esperábamos por mi primo René, pude ver a mi tía Marta en su ataúd, parecía que estaba dormida. No se por qué la mayoría de personas lucen como dormidas cuando estan en el ataúd. Quizás porque lo están. René apareció de adentro y nos recibió. Lucía mas viejo para su edad. Nos preguntó por mi papá y le dijimos que el ya no veía, que estaba ciego por el glaucoma. Cuando el escuchó eso se puso a llorar.
"Primero la muerte de mi mama y luego saber que Beto esta ciego es doble golpe" nos dijo.
Al verlo asi me acordé de aquel primo tan bondadoso con el cual pasábamos el tiempo de niños. René siempre fue delgado y bien energético. Por ser el menor de los Álvarez, el siempre fué muy cercano a nosotros. Todavía lo veo abriendo el ropero de mi tía Marta para robar algun dinero. El tenía una valija llena de carritos con los cuales pasábamos horas y horas jugando, haciendo pistas en la tierra y puentes con agua que pasaba debajo.
Una vez en la esquina de ANTEL (Asociación Nacional de Telecomunicaciones) nos defendió de Andrés, otro primo de otra tía. Andrés era vendedor de diarios en la calle y nos había amenazado que nos iba a pegar. A René no le gustó eso y un día cuando veníamos por la calle, mis dos hermanos y él, nos encontramos a Andrés quien bajó los diarios y se le cuadró a René.
"Va'pués hijueputa" le dijo.
Y René le soltó un solo puñetazo que le reventó la nariz. Andrés se agarró la nariz sangrando y se fue caminando con la cabeza para arriba. Nosotros salimos corriendo porque pensamos que iba ir a la policía a delatarnos. Así es como piensa la mente infantil algunas veces.
René me puso la mano en el hombro y dejamos la sala en donde solo habían como diez rezadoras, quizás porque ya era algo de noche, y pasamos adentro. La línea de cuartos a la izquierda y los arriates de flores a la derecha. Seguimos caminando, pasamos los baños y luego la galera, en la cual en algún tiempo fué un gimnasio de artes marciales, en donde René había colgado una bolsa de lona llena de arena, había hechado acerrín en el piso y colgado posters de Bruce Lee en la pared. Y luego el cuarto de mi abuela. Al fondo estaba Chabelo, mi otro primo, hermano de René. Estaba escondido y no nos conoció al principio pero luego le dijimos quienes éramos y exclamó:
"Ah! Los hijos de Beto"
Chabelo era el único de todos los hijos que había venido de los Estados Unidos por la muerte de su madre. A los demás no los ví. Él se había ido huyendo al norte después que mató a un soldado, y nunca volvió hasta hoy.
Creo que la última vez que ví a mi tía fue hace varios años atrás, parada, afuera de esa casa, adonde regresé después de tantos años.

FIN

No hay comentarios.: